martes, julio 05, 2005

Capítulo1: El comienzo de todo

Apenas Naruto se movió en su cama del hospital de Konoha, Hinata se acercó a su cabecera a comprobar si estaba realmente consciente o tan solo era un nuevo acceso de fiebre. Llevaba tres días apartándose del lecho únicamente para dormitar en su cama apenas unas horas y comer un bocadillo en el bar del hospital.
Todavía no se podía creer lo que había sucedido hacía tres semanas, el día en que por fin se había decidido a hablar con Naruto de lo que sentía por el. Su reacción había sido el desconcierto más absoluto, como si no fuese capaz de concebir que alguien pudiera sentir eso por él, tras un instante de silencio había reído y le había dicho-Vamos Hinata no te burles de mi,-mientras se tocaba la nuca con la mano derecha en un gesto que ella había aprendido a interpretar con cierta incomodidad ante el tema que se estaba tratando.
-Naruto, por favor,-dijo con apenas un hilo de voz- tómame en serio, no te puedes hacer un idea de lo que me cuesta decirte esto. Pero es cierto, siempre te he querido desde niño, cuando te miraba en clase, aunque tu nunca te diste cuenta, no sé porqué.
-Hum, supongo que es posible, si. Un ninja tan bueno como yo tiene que tener sus admiradoras...
-No lo entiendes, Naruto, yo te querría aunque fueras un simple genin el resto de tu vida, yo amo a la persona, no al ninja, amo tu determinación y tu valor, no tus habilidades.
Al fin Naruto se tomo en serio sus palabras.-Bueno Hinata, supongo que yo nunca te había visto así...
-Oh, no pasa nada no debí haberte...-respondió mientras iba retrocediendo paso a paso
-¡No!, no me malinterpretes, eres una chica muy guapa y me encantaría conocerte más, solo decía que hasta ahora he estado tan obsesionado con Sakura que creo que me he perdido un montón de cosas.

Y ahí había empezado todo, el la había llevado a tomar ramen a su local favorito, y allí le había contado como había estado todos esos años detrás de Sakura y como se había dado cuenta de que en realidad solo la anhelaba porque no la podía tener y por lo que representaba. Ella le había contado cuanto había sufrido por no ser capaz de decirle nada hasta entonces y como había sido precisamente el mismo el que, sin saberlo, la había animado a sincerarse, gracias a su inquebrantable determinación ante la vida.
Más tarde el la acompañó a casa y le había dado un beso de despedida en la mejilla antes de que subiese corriendo las escaleras.
Al día siguiente habían vuelto a quedar, y el siguiente, y el siguiente...

Había aprendido tantas cosas de él, su infancia, sin nadie que le diese cariño, su lucha constante con el kyubi, su rivalidad con Sasuke, y otras cosas más pequeñas, su forma de reírse cuando estaba realmente feliz, el modo en que cogía los palillos para comer todo lo deprisa que pudiera, la poca importancia que daba a su aspecto físico.
Ella también le había contado muchas cosas de su vida, el infierno de su relación con su padre, el sentimiento de culpa por no ser tan buena como se esperaba de ella, la vergüenza que había pasado por sus ojos...

Sus ojos... a él le gustaban sus ojos, eso le había dicho la noche antes de partir a esa misión.
Estaban sentados en un banco de un parque, había pasado diez maravillosos días desde que ella le había abierto su corazón. El acababa de decirle que partía a una misión con Kakashi en la que iban a intentar averiguar el paradero de Sasuke.
-¿Será muy peligrosa?
-No creo que demasiado, de todas formas soy resistente, no te preocupes, no te vas a librar de mi tan fácilmente, ahora que por fin tengo a alguien que me importa de esta forma.
Y se había reído, él siempre se reía.
Ella le había creído, suponía que kakashi podría defenderlo de cualquier cosa y si no, siempre estaba el kyubi.
Después de eso estuvieron un rato en silencio, la noche los envolvía, y la proximidad de Naruto era más que suficiente para que ella estuviese feliz, recordó que había pensado que estaba viviendo un sueño, que era imposible que ella fuese tan feliz. Luego el había hablado, cambiando de tema de forma inesperada.
-Pues a mi me gustan tus ojos.

Así de sencillo, así era él, y ella había sonreído como nunca antes en su vida aunque la noche era tan cerrada que él no podía saberlo, fue por eso por lo que le dio el beso, no como los que se daban hasta entonces en la mejilla al despedirse, no aquel era el primer beso que daba como mujer a un hombre, el que tantas veces se había imaginado dando a ese mismo chico. Y fue maravilloso, el respondió como si llevara tantos años como ella anticipando ese momento, sus lenguas se encontraron dentro de sus bocas, resbaladizas, juguetonas, y también tímidas a la vez, era su primer beso para ambos, y se notaba, supuso que por eso era tan maravilloso, porque lo dos se querían y lo supo en ese mismo instante. Cuando se separaron sus bocas quedaron abrazados, ella con la cabeza en el hueco su cuello, entonces, aunque ya no hiciera falta el le había susurrado al oído,-te quiero.

Y aunque ella lo había sabido un instante antes se sintió todavía más feliz, y deseo que ese momento no pasara nunca.
Diez minutos después se habían ido a casa, el otra vez risueño, ella tímida, aunque con el cada vez lo era menos, de hecho la idea de ir al parque esa tarde había sido suya.

Y la siguiente vez que lo había visto estaba en esa cama de hospital.